Erradicar la pobreza en el mundo se queadaría en campañas que apelan a nuestra lastima, compasión y solidaridad; se quedaría en simples fantasias y utopías sino hay un trabajo diario y serio por erradicar en nosotros toda ambición, todo deseo y obsesión por poseer haciendo del consumir y el egoísmo norma de nuestra vida y de nuestras relaciones con las demás personas y con la naturaleza… «Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores» (1ª Carta a Timoteo 6, 10)
Cuando las personas en todos los niveles de las sociedades piensen, sientan y vivan desde la Sencillez se generarán estructuras de justicia y paz.
En este sentido la vida y ejemplo de Nuestro Señor Jesús, de su madre María y de San José nos dan esperanza y optimismo para vivir sencillamente y disfrutar la alegría de compartir con los demás nuestros bienes materiales y espirituales. Por eso hemos de tomar en serio esta lucha orando cada día y experimentando la Sabiduría de la Vida Sencilla: «Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura» (1ª Carta a Timoteo 6, 11)
La Sagrada Familia nos habla con su vida que hay otro Tesoro, que existe otra Alegría en que Fundar y Construir un Hogar y crear lazos más fuertes que la muerte…
Que el dinero y el materialismo reinante no endurezcan nuestro corazón y podamos así vivir como Hermanos en Secillez y Alegría como vivieron Jesús, María y José.