Vivimos rodeados de impulsos e impactos que nos vienen de fuera. Estamos saturados de información o desinformación y sin darnos cuenta esos impactos externos son los que marcan el ritmo de nuestra vida.
Y sin darnos cuenta vamos a la deriva, sin un rumbo claro, sin construir o sin una meta clara, a lo mejor con pequeños objetivos sin una meta clara.
Con San José aprendemos a estar atentos al interior… A meditar las cosas que vemos, que sentimos o que escuchamos y dar nuestros pasos en la vida fiándonos de aquel que nos invita a un proyecto superior que nos hace crecer como personas y ayudar a muchos por el camino, en medio de nuestro estado de vida y circunstancias vitales.
San José, enséñanos ese camino lento y seguro de vuelta a nuestro ser interior y allí escuchar la voz de Dios que nos guía a puerto seguro.