Cita

¡San José: Llévanos al Padre! 10 5 (6)

«Padre en la obediencia»

«Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado» (Mt 1,24)

«Así como Dios hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, como en todos los pueblos antiguos, eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad[13].

José estaba muy angustiado por el embarazo incomprensible de María; no quería «denunciarla públicamente»[14], pero decidió «romper su compromiso en secreto» (Mt 1,19). En el primer sueño el ángel lo ayudó a resolver su grave dilema: «No temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Su respuesta fue inmediata: «Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado» (Mt 1,24). Con la obediencia superó su drama y salvó a María». (Papa Francisco, Carta Apostólica Patris corde, 3)

Anton Raphael Mengs – El sueño de San José

Es verdad que en los Evangelios y el Nuevo Testamento San José no dice ni una palabra. Y esto es precisamente lo que le hace grande, porque sus palabras son los hechos, sus acciones. Su obediencia pronta a la voluntad de Dios, a sus proyectos.

¡Pasa a la acción!

Dios le hablaba a San José en sus sueños. Y San José hacía realidad esos sueños porque se ponía pronto en camino, pasaba rápido a la acción. Descubramos como Dios nos habla en nuestros sueños, en nuestros proyectos e ideales y no dejemos que el miedo nos paralice. ¡Ponte en camino aunque creas que no es el momento o la circunstancia perfecta, aunque creas o sientas que no estás preparado o que no eres digno!, simplemente da el primer paso y después el siguiente y así siendo fieles en lo poco y en lo pequeño llegaremos a hacer cosas grandes.

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¡San José: Llévanos al Padre! 9 5 (4)

“Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.

(Lucas 3, 22)

Hoy celebramos la Fiesta del Bautismo del Señor. En ella Jesús escuchó la voz del Padre que le decía:“Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. (Lucas 3, 22)

Jesús a lo largo de su infancia escucho repetidas veces de parte de San José y María. «Hijo» y sentía la profundidad de esa palabra dicha desde el fondo del corazón de las dos personas que más lo amaban en este mundo. El día que fue bautizado por Juan en el río Jordán escuchó las mismas palabras de parte de Dios a la vez que era abrazado por el Espíritu Santo.

Cuando Jesús escuchaba de José y María la palabra hijo amado, él sentía en esas palabras el eco de la voz del Padre Celestial y el abrazo en el alma del Espíritu Santo.

Bautismo de Cristo, de Goya. Colección Conde de Orgaz, Madrid, España

¡Pasa a la acción!

Renovemos hoy, en un rato de oración a solas y escuchemos la voz del Padre celestial que nos dice: «Tú eres mi hijo amado…» y sentir al mismo tiempo que somos abrazados por el Espíritu Santo.

Os proponemos orar escuchando esta canción del Verbum Dei, titulada «Hijo»:

Canción: «Hijo» del álbum «Tú amor en ellos» ℗ 2017 Luis Alfonso Zamorano

Si te están ayudando estas reflexiones, puedes hacer click en el titulo de la entrada y al final puedes puntuarla del 1 al 5 o escribir un comentario, que seguro ayudará a muchos que se pasan por el Blog.

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¡San José: Llévanos al Padre! 8 5 (3)

«Padre en la ternura» 2

«…Dios de ternura, que es bueno para todos y «su ternura alcanza a todas las criaturas» (Sal 145,9)».

Contiuamos con la reflexión que hace el papa Francisco acerca de San José como Padre en la ternura:

«En la sinagoga, durante la oración de los Salmos, José ciertamente habrá oído el eco de que el Dios de Israel es un Dios de ternura, que es bueno para todos y «su ternura alcanza a todas las criaturas» (Sal 145,9).

La historia de la salvación se cumple creyendo «contra toda esperanza» (Rm 4,18) a través de nuestras debilidades. Muchas veces pensamos que Dios se basa sólo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad. Esto es lo que hace que san Pablo diga: «Para que no me engría tengo una espina clavada en el cuerpo, un emisario de Satanás que me golpea para que no me engría. Tres veces le he pedido al Señor que la aparte de mí, y él me ha dicho: “¡Te basta mi gracia!, porque mi poder se manifiesta plenamente en la debilidad”» (2 Co 12,7-9).

Si esta es la perspectiva de la economía de la salvación, debemos aprender a aceptar nuestra debilidad con intensa ternura». (Papa Francisco, Carta Apost. Patris corde, 2)

San José y el niño JesúsMurillo 

La ternura de Dios que San José descubrió en la Sagrada Escritura es la de un padre que no se escandaliza de la debilidad de sus hijos, por el contrario, se enternece y se inclina hacia ellos y les abraza, les cura y les enseña a caminar. Esta ternura es la que precede y acompaña al amor misericordioso de Dios por cada mujer y hombre que viene a este mundo.

Como San Pablo, sentimos con mucha fuerza nuestra debilidad y la rechazamos, ya que el mundo en que vivimos, que valora tanto la imagen y apariencia, la debilidad es de los perdedores. Cuando la realidad, es que nuestra condición humana es de por sí pobre y débil. La ternura de Dios por cada uno de nosotros, nos ayuda a aceptar que aunque somos débiles, somos amados y aceptados… y que con nuestra debilidad y a pesar de esa de ella podemos ser y hacer cosas grandes: Amar a muchos, amar siempre y amar hasta que nos duela por la felicidad de los demás, por su crecimiento y éxito como personas.

¡Pasa a la acción!

Que San José nos enseñe a descubrir esa ternura de Dios por nosotros y por la humanidad cada vez que leemos y escuchamos la lectura de la Palabra de Dios

San José consuela al Niño Jesús que llora. Imagen de internet.

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¡San Jose: Llévanos al Padre! 7 5 (5)

«Padre en la ternura»

«Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).

Si nos ponemos en la piel de San José, nos podemos dar cuenta que existencial, afectiva y efectivamente asumía ser el padre de Jesús. José esta llamado a expresar el amor de Dios Padre, su ternura y compasión a Jesús y María.

Como nos dice el papa Francisco en la Carta Patris Corde (Con corazón de padre…):

José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4).

Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).

San José bebía a diario de la fuente de la ternura del amor de Dios por su vida, en la oración y en su día a día con Jesús y María, cuidando de ellos y recibiendo a su vez todo el amor y ternura de su hijo y de sus esposa.

Detalle del cuadro Adoración de los pastores de Fray Juan Bautista Maíno (1612-1614) Madrid. Museo del Prado

¡Pasemos a la acción!

Pidamos al Espíritu Santo: Que de la mano de San José sintamos la ternura de Dios Padre en nuestra vida, para que nuestra vida y nuestra fe estén cimentadas y ancladas sobre roca firme (ver Mateo 6, 24-27). Y, por otro lado, ser nosotros expresión de la ternura de Dios para los demás, en los pequeños detalles del día a día.

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¡San José: Llévanos al Padre! 6 5 (4)

«San José… Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos.»

Papa Francisco, Carta Apost. Patris Corde

Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos. Podemos quedarnos con aquello que motivo a los Reyes ir en busca de Jesús: «vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.»

(Evangelio S. Mateo 2, 2)

San José fue testigo de la adoración de los Magos de Oriente y recibió de ellos para Jesús las ofrendas de incienso, oro y mirra. Al igual que los Reyes Magos todos necesitamos encontrar esa estrella que nos ponga en camino hacia el sentido de nuestra vida y nuestro crecimiento espiritual.

¡Sigamos esa estrella que brilla en nuestro corazón y nos encontraremos a nosotros mismos y a Dios en la humildad de nuestra humanidad!

!Adorémosle, ofreciéndole lo mejor de nosotros!, esto es, viviendo como hijos de Dios, no teniéndonos por menos de lo que somos.

¡Sigamos esas inquietudes, ideas o intuiciones que no nos atrevemos. Hagamos esa llamada, escribamos esa carta o mensaje. Empecemos ese proyecto…! que no nos detenga el miedo o lo que piensen los demás, ya que los demás, están pensando solamente en sí mismos…

Adoración de los reyes Magos, Museo del Prado, Madrid. Diego Velázquez
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¡San José: Llévanos al Padre! 5 5 (4)

«Vayan donde José y hagan lo que él les diga…»

(Génesis 41, 55)

La confianza del pueblo en san José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Gn 41,55). Se trataba de José el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron por envidia (cf. Gn 37,11-28) y que —siguiendo el relato bíblico— se convirtió posteriormente en virrey de Egipto (cf. Gn 41,41-44).

Con estas palabras el papa Francisco nos invita a ir a José, fijarnos en él, en su silencio y especialmente en sus obras, es decir, en su actuar silencioso pero pronto y eficaz para escuchar la voz de Dios Padre y adelantarse a los acontecimientos en favor de Jesús y María.

Toda la vida de San José es una escuela de relación con Dios y el gozo de ser su amigo de confianza.

¡Pasa a la Acción!

Dedicar un rato de oración para contemplar la vida de José en el Evangelio de Mateo.