Según nuestra fe fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Y como nos dice el Apóstol San Juan en su primera carta: «
I Juan 4,16: «Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.»
De ahí que nuestra existencia sea una continua sed de Vida y Amor, pero no de cualquier tipo de vida y amor.
Por esto San Agustín escribió:. «Nuestra alma tiene sed de Dios y nuestro corazón andará inquieto hasta que descanse en ti…»
Estamos acostumbrados a sentir una alegría y gozo que depende de las cosas materiales o de la valoración de los demás, y eso no está mal. Pero por experiencia ese tipo de alegría y gozo nos sabe a poco y nos quedamos vacíos y un poco frustrados.
El Señor quiere que probemos una nueva alegría y gozo, la alegría y gozo que nace de dentro, que es permanente y que nada ni nadie nos la puede quitar.
Imágenes tomadas de Internet.
De esto habló Jesús con una mujer de su tiempo y que podemos leer en el Evangelio de Juan 4, 13-15:
Las grandes cosas de la vida se hacen realidad siendo fiel en lo poco, perseverando en aquello que nadie ve, caminando cada día fijos los ojos en la meta…
Jesús, María y José saben mucho de esa fidelidad diaria en lo pequeño e insignificante a los ojos de los demás, pero que construye un hermoso mañana…
Mateo 25,21 Su señor le dijo: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.»
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Aprendamos esa fidelidad en lo pequeño en lo poco… Aprendamos a vivir ante la mirada de Dios y no delante de la mirada de los demás…
Vivimos rodeados de impulsos e impactos que nos vienen de fuera. Estamos saturados de información o desinformación y sin darnos cuenta esos impactos externos son los que marcan el ritmo de nuestra vida.
Y sin darnos cuenta vamos a la deriva, sin un rumbo claro, sin construir o sin una meta clara, a lo mejor con pequeños objetivos sin una meta clara.
Con San José aprendemos a estar atentos al interior… A meditar las cosas que vemos, que sentimos o que escuchamos y dar nuestros pasos en la vida fiándonos de aquel que nos invita a un proyecto superior que nos hace crecer como personas y ayudar a muchos por el camino, en medio de nuestro estado de vida y circunstancias vitales.
Imagen del Sueño de San José donde escuchaba la voz de Dios. Tomada de Internet.
San José, enséñanos ese camino lento y seguro de vuelta a nuestro ser interior y allí escuchar la voz de Dios que nos guía a puerto seguro.
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La Iglesia Católica nos aconseja que todos los miércoles nos acordemos de San José, de su figura y de participación activa en los planes de Dios junto a Jesús y María.
San José no es un santo más, es el esposo de la Virgen María y padre de Jesús en este mundo. Los amo y dio su vida por ellos dos, lo mismo que aprendió de su hijo y su esposa, pues el amor es un camino de ida y vuelta, dar y recibir.
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Hoy te proponemos que los miércoles de cada semana contemples la vida de San José y aprendas de su amor a Jesús y María.
En el Antiguo Testamento, hay otro José elegido por Dios para salvar a los egipcios del hambre y también a sus hermanos los judíos. En medio de esa gran hambruna en el mundo, el Faraón le decía a su pueblo y a los extranjeros que iban a Egipto a buscar alimentos: «Id a José y haced lo que él os diga»
Lo mismo quiere el Señor, que vayamos a José y aprendamos de él que fue su padre en este mundo, que lo amo, lo cuido y enseñó todo. Aquí os dejamos el texto del libro del Génesis donde se nos llama a ir a José…
Génesis 41,55 Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
Ayer terminaba el Tiempo litúrgico de la Navidad. Hoy damos inicio al Tiempo Ordinario, al tiempo de todos los días, a lo cotidiano…
Al igual que a María y José, Dios nos llama a seguirle y darle así un objetivo integrador a nuestras vidas, es decir, un porque que unifica y enfoca todo nuestro ser: Mente, corazón y fuerzas.
María y José recibió cada uno esa llamada que les unió en matrimonio y en torno a cuidar a Jesús y al mismo tiempo ser sus seguidores.
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Leamos el Evangelio de hoy y preguntémonos: ¿Tengo un objetivo grande en la vida que enfoque todo lo que soy?
Hoy celebramos el Bautismo del Señor. Jesús, después de más o menos 30 años viviendo una vida anónima y común y corriente junto a sus padres María y José da inicio a su misión siendo bautizado por Juan.
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Su vida en Nazareth con María y José ha sido preparación. Por eso en la primera lectura de la Eucaristía escucharemos estás palabras del profeta Isaías:
De la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
Contemplemos a María y José como los elegidos de Dios para ayudar a Jesús a preparar su misión de anunciar el Evangelio y la salvación al mundo.
De la mano de María y José renovemos nuestro Bautismo y que ellos nos acompañen cómo hicieron con Jesús para llevar a cabo nuestra misión y plan en esta vida.
La sabiduría que vivían a diario María y José junto a Jesús es la sabiduría del pobre y humilde de corazón que reconoce con alegría e inteligencia que su vida está en manos de otro que es bueno, grande, fuerte y misericordioso.
Estamos contemplando estos días como la Sagrada Familia Jesús, María y José vivían cómo buenos judíos y oraban con los Salmos y el Antiguo Testamento que se leía en la Sinagoga el día que se reunían para alabar a Dios en comunidad.
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La fuente y origen de esa sabiduría divina vivida en lo ordinario de nuestras vidas es la Acción de Gracias. Ese agradecimiento que brota del fondo de nuestra mente y corazón y que se expresa con palabras y con gestos.
Vamos a meditar hoy los primeros versículos del Salmo 92 y contemplemos como lo vivían María y José junto a Jesús allí en su casa de Nazareth y hagamos de la Acción de Gracias un hábito diario de nuestra vida al despertar y al irnos a dormir:
¿De qué debo dar gracias en este día a Dios y a la vida?
De la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
Se hace camino andando, no solamente soñando. Cada día hemos de dar un paso hacia delante por lo menos…
Os proponemos leer despacio el Salmo 51, contemplando a Jesús, María y José orando juntos en la Sinagoga de Nazareth.
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Este Salmo María y José lo conocían desde niños, ellos oraban con los Salmos como toda familia judía practicante.
Centrémonos en la petición que hace el salmista a Dios de un corazón nuevo y firme, pues sin esa renovación y firmeza interior no podremos perseverar en nada y menos en la fe. Todo se quedará en buenos propósitos…
Tomado de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
