Fijándonos en San José aprendamos a centrar todas las fuerzas de nuestra mente y corazón en vivir el presente. No nos dispersemos quedándonos en el pasado o pensando y soñando con un futuro incierto.
El día a día vivido con intensidad centrados en las personas de nuestro alrededor y en nuestra labor cotidiana como sembrador de esperanza que en su momento cosechará el fruto de su esfuerzo y dedicación.
Nuestro Señor Jesucristo aprendió en los largos años de su vida oculta viendo a su madre María y a San José cómo vivían el día a día y por eso nos aconseja esto como un buen amigo:
«Así que no os preocupéis por el día de mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene su afán.». (Evangelio según San Mateo 6, 34)