Cita

¡San José: Llévanos al Padre! 15 5 (4)

“Padre en la acogida”

“José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel. «La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda de cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio» [18]” (Carta Apostólica Patris corde, 4)

Al acoger a María, José está acogiendo también a Jesús. Contemplemos la grandeza del corazón de José que sin comprender todo el misterio de la maternidad de María, la acoge en su corazón con la ayuda de Dios por medio del mensaje que le transmitió el ángel en sus sueños.

Bartolomé Esteban MURILLO: Sagrada Familia (hacia 1665, Museo de San Petersburgo)

¡Pasa a la @cción!

Demos el paso de acoger a las personas que amamos, como dadas por Dios para que las cuidemos y acompañemos. Él confía en que como San José les amamos y les ayudemos a crecer cada día.

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De la Acogida a la Bendición de la Fecundidad… (Gén 18, 1-10a) 0 (0)

Icono de la Trinidad de Andrei Rublev

Abraham, reconoció al Señor en esas tres personas que pasaban delante de su casa y les ofreció descansar y comer con él… Su generosidad y gratuidad le mereció la Bendición de la Fecundidad para su esposa Sara, anciana y estéril…

San José, enséñanos a a vivir el gozo de la Acogida del otro en gratuidad, sin esperar nada a cambio…

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Portadores de su Bondad… 0 (0)

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Imagen de internet

«¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros» (Misericordiae Vultus, 5).

Carta de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia: Misericordiae Vultus por si quieres leerla toda.

«… y sé tú una Bendición… Por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra…» (Génesis 12, 2-3) 0 (0)

«… y sé tú una Bendición… Por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra…» (Génesis 12, 2-3) 0 (0)

 

 Es muy común entre los que creemos en Jesús saludarnos o enviarnos mensajes por las distintas redes sociales deseándonos todas las Bendiciones de Dios… especialmente si estamos pasando por un mal momento o circunstancia en la vida y eso es una gran acto de fe, esperanza y caridad de los unos para con los otros…

«Bendecid, sí, no maldigáis…» (Romanos 12, 14) nos recuerda el Apóstol San Pablo y el Apóstol San Pedro: «No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición» (1 Pedro 3, 9).

Pero hay un paso más que pasa desapercibido a nuestro espíritu. El primer paso es Bendicir y desear la Bendición de Dios a los demás, incluso para nuestros enemigos o los que nos hacen el mal o nos maldicen… que por cierto, ya es mucho. El segundo paso, sería que por la bondad de Dios nos convirtieramos en BENDICIÓN de Dios para los demás, al estilo de Abraham cuando el Señor le llamó a seguirle:

«… y sé tú una Bendición… Por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra…» (Génesis 12, 2-3). Aquí está la invitación que nos hace hoy el Señor por medio de San José: «y sé tú una Bendición…». Que proyección más grande para nuestra vida cotidiana: ser una Bendición para todas las personas que nos rodean y convivimos… Que Dios Padre Misericordioso bendiga a través de nuestra vida a muchos… así seguramente llegaría más rapido esas bendiciones que les deseamos y expresamos a los demás. Amén. 

 

09. Sept. 2015 – San Pedro Claver y los que hoy huyen de África… 0 (0)

09. Sept. 2015 – San Pedro Claver y los que hoy huyen de África… 0 (0)


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Cada día en los noticieros de la televisión, radio e internet nos bombardean con las informaciones de las pateras que llegan a las costas de Europa. Algunas pateras llegan con todos sus ocupantes, otras muchas se hunden haciendo del Mar Mediterráneo no un Campo Santo, sino más bien un «Mar Santo» poblado con los cuerpos y las vidas de niños, mujeres y hombres que huyen del hambre, la guerra y la muerte… y otros pocos buscan llegar al primer mundo quizas con malas y violentas ideas… en fin, que es el pan de cada día ver, oír y leer estás cosas.

Sería horrible que la repetición de los hechos acabara anestesiándonos; que, como dice el Papa Francisco, «la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas» – Para que esto no sea así, el santoral nos invita cada 09 de septiembre a recordar y celebrar la memoria de San Pedro Claver cuya breve semblanza encabeza nuestra publicación.
La ironía de la Historia es que en su tiempo este grande y pequeño Jesuita veía llegar a Cartagena de Indias los barcos negreros procedentes de África llenos de esclavos… a los que atendiá con la más profunda Compasión y Respeto, devolviéndoles la diganidad que les habían robado y ayudando a muchos a morir como personas y ofrecerles la Buena Noticia del Evangelio y la fe. Hoy, le tocaría a Pedro Claver le tocaría asistir a este espectaculo diario de las pateras que surcan el Mediterráneo con la eperanza de una nueva vida…
En su época viajaban forzados, esclavizados, vejados… añorando su tierra, su continente, su familia, sus raíces… hoy lo hacen en una aparente y falsa libertad… pero la realidad es que siguen saliendo de África huyendo de la esclavitud del hambre, la enfermedad y las guerras… con la esperanza de encontrar una vida nueva…
Que importante sería que le pidiéramos a San Pedro Claver que nos ayude como él a dejar que el Amor y la Misericordia de Dios hunda su raíces en nuestra vida y la indiferencia no acabe secando toda compasión en nuestra existencia…
Carta de San Pedro Claver del 30 de mayo de 1627
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«Era forastero y me acogistéis…» (Mateo 25, 35) Sobre la acogida de los refugiados y desplazados en Europa… (II) 0 (0)

«Era forastero y me acogistéis…» (Mateo 25, 35) Sobre la acogida de los refugiados y desplazados en Europa… (II) 0 (0)


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Manos que reciben y que danPara nosotros como cristianos la solidaridad va más allá de un sentimiento espontaneo, de masas y pasajero producto de la lástima por el que sufre o motivado por una imagen que da la vuelta al mundo, aunque esto es bueno y toque las fibras más profundas de nuestro ser está amenzado de ser algo fugaz o la novedad del momento que caducará con la llegada de la siguiente novedad, bombazo viral en las redes sociales…

La solidaridad es el movimiento profundo del corazón de Dios que se compadece de toda miseria humana, que hace suyo el dolor del prójimo y que se prolonga en el corazón de toda persona de buena voluntad que se une a Él con Humildad y Amor. Es decir, la Solidaridad empieza y nace desde el corazón y se expresa plenamente en muchos gestos, detalles, pequeñas y grandes acciones durante todos los días…

En el cristiano, la solidaridad tiene el rostro de Cristo como su fuente y su fin… Es Cristo en el corazón del que se compadece y es Cristo en la vida del que es acogido, amado y servido: «era forasero y me acogistéis…» (Mateo 25, 35). Solidaridad es el amor de Dios hundiendo sus raices en en corazón cada día a mayor profundidad y dando frutos de una nueva humanidad…IMG_7077

Por eso el papa Francisco nos puede pedir a cada parroquia y comunidad cristiana acoger a una familia de  refugiados y desplazados por la guerra no solo en Europa sino en todo lugar del mundo en que esta lacra lastime a la sociedad.

Dejemos que esta honda Compasión de Dios por cada uno y por toda la humanidad y el universo hunda sus raíces en nuestro corazón y se convierta en un modo de vida…

https://twitter.com/Pontifex_es/status/641215465692483584

«Varón de dolores y sabedor de dolencias…» (Isaías 53, 3) Sobre la acogida de los refugiados y desplazados en Europa… (I) 0 (0)

«Varón de dolores y sabedor de dolencias…» (Isaías 53, 3) Sobre la acogida de los refugiados y desplazados en Europa… (I) 0 (0)

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«Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino. Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen» (Mateo 2, 13-18)

«Día tras día somos golpeados por las noticias de numerosas personas, que, huyendo de la guerra o del hambre, acaban dejando la vida de manera trágica, en mar o en tierra, o se encuentran en situaciones extremas. Son hombres, mujeres y niños, en no pocos casos familias enteras, que lo han perdido todo. Sólo les queda la vida, y ésta amenazada. Sería horrible que la repetición de los hechos acabara anestesiándonos; que, como dice el Papa Francisco, «la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas«; que dejáramos de clamar contra «este grave crimen contra la familia humana», como ha sido calificado también por el mismo Papa Francisco». (Nota de la Comisión Episcopal de Migraciones, 1 septiembre de 2015)

Nuestra fe lo ilumina todo con una nueva luz, y esta es nuestra primera batalla contra la indiferencia, dejar que la fe en Cristo ilumine con una nueva luz nuestra mente y sentimientos ante toda realidad humana.

El texto del Evangelio Según San Mateo nos recuerda un episodio fundamental en la vida del Señor: La huida a Egipto debido a la amenaza que sobre su vida acaecía por parte del Rey Herodes. San José y la Virgen María se pusieron en camino rumbo a Egipto para proteger la vida de Jesús.

Nuestro Señor Jesús y sus padres, saben en primera persona lo que es el drama de huir para salvar la vida… y como sus discípulos dejamos que está experiencia ilumine nuestra percepción, juicio y sentimientos ante esta dura realidad que vivimos en Europa de los desplazados y refugiados por la guerra en Siria y en tantos lugares del mundo.

San José, áyudanos a no quedarnos ajenos e insensibles ante este gran drama que viven tantas y tantas personas en muchos países y a no olvidar que podríamos ser uno de nosotros o nuestros seres queridos los que podrían vivir algo semejante.