«Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre… Jesús de Nazaret con su palabra y sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios» (Misericordiae Vultus, 1)
Creo que ya sabes que el papa Francisco desde el 8 de diciembre de 2015 hasta el 20 de noviembre de 2016 ha convocado «un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes» (Misericordiae Vultus, 3)
Durante estos días publicaremos pequeñas entradas en las que descubriremos qué es un Año Jubilar, cómo vivirlo, cómo beneficiarnos de él y especialmente lo que nos enseña el papa Francisco acerca de la Misericordia de Dios en su Carta de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia:Misericordiae Vultus, que en latín significa el Rostro de la Misericordia y ese Rostro es el de Cristo.
Si quieres leer la carta completa dirígete al siguiente enlace: Misericordiae Vultus
«Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu forme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu…» (Salmo 51, 12-13)
«Oremos, pues, hermanos queridos, como Dios, nuestro maestro, nos enseñó. A Dios le resulta amiga y familiar la oración que se le dirige con sus mismas palabras la misma oración de Cristo que llega a sus oídos.
Cuando hacemos oración, que el Padre reconozca las palabras de su propio Hijo (en nosotros); … Pues, si dice que hará lo que pidamos al Padre en su nombre, ¿cuánto más eficaz no será nuestra oración en el nombre de Cristo, si la hacemos, además, con sus propias palabras?» (Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre el Padrenuestro)
«En el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio. Corred así: para ganar. Pero un atleta se impone toda clase de privaciones. Ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita» (1ª Corintios 9, 24-25)
En la fe nos puede pasar como con los deportes, hay millones de admiradores que se ponen camisetas y se pelean por un equipo… pero pocos son atletas o deportistas de verdad… pocos se esfuerzan por mantenerse en forma o por alcanzar el premio…
Millones creemos en Dios, decimos confiar en él… pero que pocos son los que de verdad se fían de sus consejos… pocos los que se esfuerzan por mantenerse en forma espiritual… Pocos los que siguen sus consejos de la Cuaresma: La oración, el ayuno y la limosna…
En resumen, el para qué de la Cuaresma es en el fondo y en la forma nada más que nuestra felicidad… aquella corona, titulo, copa que no se marchita… que no pasa… El cristiano corre… los demás miran…
¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.
Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.
1. Tercer dolor:
“Ver la sangre derramada por el Niño Jesús en la circuncisión”
«Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno» (Lucas 2,21)
– Tu dolor de aquel día que junto a María ibais a cumplir con la tradición de la circuncisión del Niño Jesús al contemplar su dolor y su sangre derramada.
– Es también tu dolor al contemplar el sufrimientos en los niños. Sufrimientos de todas las maneras posibles. El sufrimiento de los niños que pasan hambre, los huérfanos, los que son explotados en el trabajo y utilizados en las guerras, etc…
2. Tercer Gozo:
“Tú alegría al ponerle el nombre a Jesús como te lo había mandado el ángel”.
«Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1,21).
– La alegría y el gozo de ponerle el nombre al Niño Jesús tal y como te lo pidió el ángel del Señor cubrió las sombras de tu dolor el día de la circuncisión.
– Tu gozo se prolonga en el amor y el cariño con que tantas personas dedican y arriesgan toda su vida en el cuidado, atención y formación de los niños. Es la misma alegría que sentías tú al cuidar, educar y proteger al Hijo de Dios.
3. Presenta tu acción de gracias y súplica a San José: Con tus palabras agradece a Dios y pídele por medio de San José por tus necesidades.
En la Cuaresma, nos entrenamospara ser hombres y mujeres con un espíritu de Comunión y Misericordia: Hombres y mujeres que facilitan la convivencia entre las personas sin importar sus diferencias… En resumen, la Cuaresma nos entrena para ser sencillamente Cristianos: vivir como vivió Cristo.
Y ese entrenamiento es físico y espiritual… por eso nos propone el Señor la Oración, el Ayuno y la Limosna… Un pack de tres en uno… Leer el Evangelio de Mateo 6, 1-18.
La Oración nos ayuda a estar unidos a Dios que es la fuente de todo amor y misricordia que nos llena y capacita para salir al encuentro de los demás por la caridad. El Ayuno nos ejercita en la capacidad de renunciar a algo o a nosotros mismos en bien de los demás y la Limosna es la concreción de ese amor al prójimo, en la que comparto aquello de lo que me he privado (alimentos o cosas) con aquel que lo necesita mucho más que yo, que le hace falta incluso para sobrevivir.
Y no olvidemos que no podemos solo practicar uno de los tres… Van juntos y son inseparables si se practican de corazón buscando agradar a Dios….
En esta Jornada Mundial del Enfermo, con San José, recordemos en nuestra oración a todos los enfermos de nuestras familias, amigos y a las personas que las están cuidando para que encuentren en la fe el consuelo y la fortaleza…
«La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…
En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea,sino porque nosofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta enesta vía…
A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, les deseo que estén animados por el ejemplo de María, Madre de la Misericordia.«La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» y llevarla grabada en nuestros corazones y en nuestros gestos…»(Extracto del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo 2016)
«Misericordia quiero y no sacrificio» (Mateo 9,13)
Las obras de Misericordia en el camino jubilar
El 4 de octubre de 2015 ya nos dejó el papa Francisco su Mensaje para la Cuaresma 2016. En dicho mensaje nos invita a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17)».
Y para concretarlo más, centra su carta en la practica de las Obras de Misericordia: «La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo»
(Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2016, 3)
Para los que quieran leer integro el Mensaje del papa Francisco os dejamos este enlace:
Y para los que tenéis menos tiempo os comparto un WhatsApp que me envió ayer una amiga, en el cual, el papa Francisco nos propone 15 sencillos Actos de Caridad para vivir esta Cuaresma y durante toda la vida… Espero que os gusten y ayuden… ¡Ánimo que la vida es un camino y nunca es tarde para empezar…!
«No nos cansemos de hacer el bien, que, si no desmayamos, a su tiempo cosecharemos. Por tanto, mientras tenemos ocasión, hagamos el bien a todos, especialmente a la familia de la fe»