El trabajo nos urge,
nos concentra y astilla.
Poco a poco, la muerte
nos hiere y purifica.
Señor del universo,
con el hombre te alías.
En nuestra actividad,
tu fuerza cómo vibra.
Señor de los minutos,
intensa compañía.
Gracias por los instantes
que lo eterno nos hilan.
Gracias por esta pausa
contigo en la fatiga.
Contigo hay alegría. Amén.
(Himno Liturgia de las horas)