Etiqueta: San José
«Déjate llevar por Dios…» S. Edith Stein
¡San José, nos eseñas a orar! – «Sedientos todos acudid por agua…» (Is 55, 1)
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: Venid, comprar trigo, comed sin pagar; vino y leche de balde…» (Is 55, 1)
El único sitio del mundo en el que se puede comer y beber fisica y espiritualmente sin pagar es en tu Hogar, en tu Familia…
¡San José nos enseñas a orar! «…me adelanto a la aurora pidiendo auxilio» (Salmo 119, 147)
«… me adelanto a la aurora pidiendo auxilio»
(Salmo 119, 147)
«Descansa en Dios, alma mía…» (Salmo 61)
El trabajo nos urge,
nos concentra y astilla.
Poco a poco, la muerte
nos hiere y purifica.
Señor del universo,
con el hombre te alías.
En nuestra actividad,
tu fuerza cómo vibra.
Señor de los minutos,
intensa compañía.
Gracias por los instantes
que lo eterno nos hilan.
Gracias por esta pausa
contigo en la fatiga.
Contigo hay alegría. Amén.
(Himno Liturgia de las horas)
¡San José nos enséñas a orar! «Servid al Señor con alegría….»
«Servid al Señor con alegría…»
(Salmo 99)
San José saldrá en procesión por las calles de Barcelona
Un año más los Jóvenes de San José organizan la procesión dedicada a su patrono. Ocurrirá el domingo 19 de marzo, partiendo desde la Parroquia Santa María de Gracia hasta la Basílica de la Sagrada Familia / Foto: Jóvenes de San José
http://m.es.gaudiumpress.org/content/85851-San-Jose-saldra-en-procesion-por-las-calles-de-Barcelona
@San José-Mola!!!
Solemnidad de San José, Esposo de la Virgen María
Hoy toda la Iglesia celebra la Solemnidad de San José, Esposo de la Virgen María. Que él siga cuidando de la Iglesia como cuidó a Jesús y los cristianos personas de buena voluntad puedan encontrar en el un modelo de fe, amor y esperanza.
En España es el día del padre y aprovechamos para saludar a todos los papás y en especial a aquellos que les cuesta mucho vivir su paternidad por problemas de salud o por no tener un trabajo digno y estable para cuidar y educar a sus hijos… Que junto a San José no pierdan el ánimo y la esperanza.
También nos acordamos de esos padres que están lejos de sus hijos por causas mayores y por los que ya desde el cielo siguen amando y cuidando a sus hijos junto a Dios.
Que San José, enseñe a todos los que son padres a amar mucho a Dios y amar mucho a sus hijos y a sus esposas como él lo hizo. Feliz día de San José para todos aquellos que se llaman como él y para todas las Josefas, María José, Josefinas y Pepis…
Os dejamos con las palabras que el Cardenal Bergoglio, nuestro actual Papa Francisco pronunció en Buenos Aires en la Celebración de esta Fiesta en la Basílica de San José de Flores en el año 2012.
Tu padre y yo te buscábamos angustiados…
Jesús en el templo
15. Desde el momento de la anunciación, José, junto con María, se encontró en cierto sentido en la intimidad del misterioescondido desde siglos en Dios, y que se encarnó: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1, 14). El habitó entre los hombres, y el ámbito de su morada fue la Sagrada Familia de Nazaret, una de tantas familias de esta aldea de Galilea, una de tantas familias de Israel. Allí Jesús «crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2, 40). Los Evangelios compendian en pocas palabras el largo período de la vida «oculta», durante el cual Jesús se preparaba a su misión mesiánica. Un solo episodio se sustrae a este «ocultamiento», que es descrito en el Evangelio de Lucas: la Pascua de Jerusalén, cuando Jesús tenía doce años.
Jesús participó en esta fiesta como joven peregrino junto con María y José. Y he aquí que «pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres» (Lc 2, 43). Pasado un día se dieron cuenta e iniciaron la búsqueda entre los parientes y conocidos: «Al cabo de tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles. Todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Lc2, 46-47). María le pregunta: «Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando» (Lc 2, 48). La respuesta de Jesús fue tal que «ellos no comprendieron». El les había dicho: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía ocuparme en las cosas de mi Padre?» (Lc 2, 49-50).
Esta respuesta la oyó José, a quien María se había referido poco antes llamándole «tu padre». Y así es lo que se decía y pensaba: «Jesús… era, según se creía, hijo de José» (Lc 3, 23). No obstante, la respuesta de Jesús en el templo habría reafirmado en la conciencia del «presunto padre» lo que éste había oído una noche doce años antes: «José … no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo» (Mt 1, 20). Ya desde entonces, él sabía que era depositario del misterio de Dios, y Jesús en el templo evocó exactamente este misterio: «Debo ocuparme en las cosas de mi Padre». (REDEMPTORIS CUSTOS, 15)
Texto tomado de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA REDEMPTORIS CUSTOS DEL SUMO PONTÍFICE SAN JUAN PABLO II SOBRE LA FIGURA Y LA MISIÓN DE SAN JOSÉ EN LA VIDA DE CRISTO Y DE LA IGLESIA
Te pondrán un nombre nuevo…
La circuncisión
11. Siendo la circuncisión del hijo el primer deber religioso del padre, José con este rito (cf. Lc 2, 21) ejercita su derecho-deber respecto a Jesús.
El principio según el cual todos los ritos del Antiguo Testamento son una sombra de la realidad (cf. Heb 9, 9 s.; 10, 1), explica el por qué Jesús los acepta. Como para los otros ritos, también el de la circuncisión halla en Jesús el «cumplimiento». La Alianza de Dios con Abraham, de la cual la circuncisión era signo (cf. Jn 17, 13), alcanza en Jesús su pleno efecto y su perfecta realización, siendo Jesús el «sí» de todas las antiguas promesas (cf. 2 Cor 1, 20).
La imposición del nombre
12. En la circuncisión, José impone al niño el nombre de Jesús. Este nombre es el único en el que se halla la salvación (cf. Act 4, 12); y a José le había sido revelado el significado en el instante de su «anunciación»: «Y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 21). Al imponer el nombre, José declara su paternidad legal sobre Jesús y, al proclamar el nombre, proclama también su misión salvadora.
La presentación de Jesús en el templo
13. Este rito, narrado por Lucas (2, 2 ss.), incluye el rescate del primogénito e ilumina la posterior permanencia de Jesús a los doce años de edad en el templo.
El rescate del primogénito es otro deber del padre, que es cumplido por José. En el primogénito estaba representado el pueblo de la Alianza, rescatado de la esclavitud para pertenecer a Dios. También en esto, Jesús, que es el verdadero «precio» del rescate (cf. 1 Cor 6, 20; 7, 23; 1 Ped 1, 19), no sólo «cumple» el rito del Antiguo Testamento, sino que, al mismo tiempo, lo supera, al no ser él mismo un sujeto de rescate, sino el autor mismo del rescate.
El Evangelista pone de manifiesto que «su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él» (Lc 2, 33), y, de modo particular, de lo dicho por Simeón, en su canto dirigido a Dios, al indicar a Jesús como la «salvación preparada por Dios a la vista de todos los pueblos» y «luz para iluminar a los gentiles y gloria de su pueblo Israel» y, más adelante, también «señal de contradicción» (cf. Lc 2, 30-34)»
(REDEMPTORIS CUSTOS, 11-13)
Texto tomado de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA REDEMPTORIS CUSTOS DEL SUMO PONTÍFICE SAN JUAN PABLO II SOBRE LA FIGURA Y LA MISIÓN DE SAN JOSÉ EN LA VIDA DE CRISTO Y DE LA IGLESIA