«Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia: «…Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón». Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso».
“Los Salmos en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia» (Salmo 103, 3-4)”
“Por último, he aquí otras expresiones del salmista: «El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas. (…) El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo» (Salmo 147, 3.6).
Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón” (Misericordiae Vultus, 6)