Estamos acostumbrados a sentir una alegría y gozo que depende de las cosas materiales o de la valoración de los demás, y eso no está mal. Pero por experiencia ese tipo de alegría y gozo nos sabe a poco y nos quedamos vacíos y un poco frustrados.
El Señor quiere que probemos una nueva alegría y gozo, la alegría y gozo que nace de dentro, que es permanente y que nada ni nadie nos la puede quitar.
De esto habló Jesús con una mujer de su tiempo y que podemos leer en el Evangelio de Juan 4, 13-15:
¿De qué depende tu gozo y alegría?