«Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino. Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen» (Mateo 2, 13-18)
«Día tras día somos golpeados por las noticias de numerosas personas, que, huyendo de la guerra o del hambre, acaban dejando la vida de manera trágica, en mar o en tierra, o se encuentran en situaciones extremas. Son hombres, mujeres y niños, en no pocos casos familias enteras, que lo han perdido todo. Sólo les queda la vida, y ésta amenazada. Sería horrible que la repetición de los hechos acabara anestesiándonos; que, como dice el Papa Francisco, «la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas«; que dejáramos de clamar contra «este grave crimen contra la familia humana», como ha sido calificado también por el mismo Papa Francisco». (Nota de la Comisión Episcopal de Migraciones, 1 septiembre de 2015)
Nuestra fe lo ilumina todo con una nueva luz, y esta es nuestra primera batalla contra la indiferencia, dejar que la fe en Cristo ilumine con una nueva luz nuestra mente y sentimientos ante toda realidad humana.
El texto del Evangelio Según San Mateo nos recuerda un episodio fundamental en la vida del Señor: La huida a Egipto debido a la amenaza que sobre su vida acaecía por parte del Rey Herodes. San José y la Virgen María se pusieron en camino rumbo a Egipto para proteger la vida de Jesús.
Nuestro Señor Jesús y sus padres, saben en primera persona lo que es el drama de huir para salvar la vida… y como sus discípulos dejamos que está experiencia ilumine nuestra percepción, juicio y sentimientos ante esta dura realidad que vivimos en Europa de los desplazados y refugiados por la guerra en Siria y en tantos lugares del mundo.
San José, áyudanos a no quedarnos ajenos e insensibles ante este gran drama que viven tantas y tantas personas en muchos países y a no olvidar que podríamos ser uno de nosotros o nuestros seres queridos los que podrían vivir algo semejante.
Estas entradas son una humilde aportación para intentar iluminar desde la fe esta triste y dura realidad de tantas familias que se ven fozadas a huir para salvar su vidas. Oremos y pongamos nuestro grano de arena aunque sea pequeño para que vivamos un mundo más humano.