Citas
«Mi Gracia te basta»…
Hoy celebramos la Conversión del Apóstol Pablo. La gracia de Dios y su misericordia lograron que Pablo pasará de su individualismo a la Comunión, a ser uno con Dios y los demás.
Nos hemos acostumbrado en la vida a ser individualistas, a no necesitar de nadie… Y es precisamente esto lo que nos empobrece y hace más debiles…
La gracia de Dios nos basta para vencer nuestra debilidad y flaquezas. Pero Dios quiere que su gracia la recibamos y la activemos en comunidad, con lo otros. Su gracia es personal y compartida.
Todo lo puedo en Él…
Si aceptamos nuestras debilidades (nos alegramos en ellas) no es por la debilidad en en sí misma o porque nos resignemos a ser debiles, sino porque superamos nuestras debilidades con la gracia y el amor de Dios.
Negar, rechazar o sucumbir simplemente ante nuestras debilidades no es el camino para superarlas. Ni es el camino nuestra propia fuerza de voluntad sola…
El camino que no enseña nuestra fe con el ejemplo de tantas mujeres y hombres creyentes a lo largo de la historia es el de apoyarnos en la Fuerza de Dios, pues con Él lo podemos todo… Como nos enseña el Apóstol Pablo. Lo
¿Cómo gestionas tú debilidad?
¿La niegas, la ocultas o sin mas te resignas a vivir así?
¿Aprendes a sacar fuerzas de esa debilidad como el Apóstol Pablo?
¡Me alegro en mi debilidad!
«Detrás de cada debilidad hay una gran FORTALEZA»
¡DESCÚBRELA!
Continuando con el tema de ayer os proponemos meditar estás palabras del Apóstol San Pablo:
La debilidad, fruto de nuestra condición humana, en Dios es posibilidad. La debilidad vivida sin Dios es perdida y frustración de nuestra vida.
Nuestra debilidad es nuestra fortaleza…
Según la forma de pensar de este mundo la debilidad es debilidad, algo negativo a evitar y ocultar a los demás aunque lo seamos…
Pero desde la forma de pensar de Jesús la debilidad nos recuerda que somos humanos, que no somos dioses o superhéroes…
La lectura de hoy nos ayuda a vivir reconciliados con nuestros límites, sabiendo que vivier en las manos de Dios, nuestra debilidad se convierte en posibilidad, en trampolín a algo nuevo y mejor.
¡¡¡Y si hoy empezamos a ver la debilidad como posiblidad y no como limitación!!!
Mirando el corazón y no las apariencias…
¿Cómo miras tu vida y la de los demás?
¿Miras las apariencias o miras el corazón?
¿Cómo te miran los demás?
La sed nos guía…
Según nuestra fe fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Y como nos dice el Apóstol San Juan en su primera carta: «
I Juan 4,16: «Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.»
De ahí que nuestra existencia sea una continua sed de Vida y Amor, pero no de cualquier tipo de vida y amor.
Por esto San Agustín escribió:. «Nuestra alma tiene sed de Dios y nuestro corazón andará inquieto hasta que descanse en ti…»
¿Dónde sacias tu sed?
Un gozo y una alegría nuevas…
Estamos acostumbrados a sentir una alegría y gozo que depende de las cosas materiales o de la valoración de los demás, y eso no está mal. Pero por experiencia ese tipo de alegría y gozo nos sabe a poco y nos quedamos vacíos y un poco frustrados.
El Señor quiere que probemos una nueva alegría y gozo, la alegría y gozo que nace de dentro, que es permanente y que nada ni nadie nos la puede quitar.
De esto habló Jesús con una mujer de su tiempo y que podemos leer en el Evangelio de Juan 4, 13-15:
¿De qué depende tu gozo y alegría?
En lo poco has sido fiel…
Las grandes cosas de la vida se hacen realidad siendo fiel en lo poco, perseverando en aquello que nadie ve, caminando cada día fijos los ojos en la meta…
Jesús, María y José saben mucho de esa fidelidad diaria en lo pequeño e insignificante a los ojos de los demás, pero que construye un hermoso mañana…
Mateo 25,21
Su señor le dijo: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.»
Aprendamos esa fidelidad en lo pequeño en lo poco… Aprendamos a vivir ante la mirada de Dios y no delante de la mirada de los demás…
Atención al interior…
Vivimos rodeados de impulsos e impactos que nos vienen de fuera. Estamos saturados de información o desinformación y sin darnos cuenta esos impactos externos son los que marcan el ritmo de nuestra vida.
Y sin darnos cuenta vamos a la deriva, sin un rumbo claro, sin construir o sin una meta clara, a lo mejor con pequeños objetivos sin una meta clara.
Con San José aprendemos a estar atentos al interior… A meditar las cosas que vemos, que sentimos o que escuchamos y dar nuestros pasos en la vida fiándonos de aquel que nos invita a un proyecto superior que nos hace crecer como personas y ayudar a muchos por el camino, en medio de nuestro estado de vida y circunstancias vitales.
San José, enséñanos ese camino lento y seguro de vuelta a nuestro ser interior y allí escuchar la voz de Dios que nos guía a puerto seguro.